jueves, 28 de enero de 2010

EL ATAQUE DEL VICEALMIRANTE INGLÉS WILLIAM GOODSON A LA CIUDAD DE SANTA MARTA, 1655

Por: Alvaro Ospino Valiente
Uno de los iconos intangibles de la realidad histórica de Santa Marta y de los más significativos de la historia urbana de épocas pasadas y que hoy parecen ser ajenos a ella, fue la piratería. Durante la contienda anglo-hispana en los siglos XVI, XVII y XVIII, la monarquía británica envió a golpear todo el litoral Caribe para debilitar el poderío español en América. El día 3 de diciembre de 1655, William Goodson vicealmirante de la armada inglesa fue comisionado por el protector de Jamaica, Oliver Cromwell, para tomarse la ciudad de Santa Marta a sangre y fuego. Fueron 15 días de horror los vividos en esta ciudad, reprimiendo moralmente a los samarios, arrasa con la iglesia Mayor, la iglesia de San Francisco, el convento de Santo Domingo, la casa Obispal, la Casa del Gobernador, demuele las dos fortificaciones e incendia las escuetas casas del vecindario; es decir borrándola literalmente del mapa, que generó la primera gran inmigración de su historia. Este acto violento es considerado un hito histórico porque dividió en dos la historia urbana, socio-económica y política de la ciudad, a partir de su reconstrucción se configuró la morfología urbana actual de su centro histórico.

El conflicto anglo-hispano y antecedentes del ataque a Santa Marta en 1655
El ataque de William Goodson a Santa Marta es producto de la dura política y conflictos de Inglaterra con España que perduraron durante 300 años. En el siglo XVI, la intromisión corsaria era difícil porque la corona española dominaba las rutas oceánicas, pero las guerras de Felipe II con Inglaterra, Holanda y Francia terminaron por abrir profundas grietas en el armazón de los dominios; por eso, no satisfechos con el pillaje de los galeones, pasaron al insulto y saqueo de las poblaciones costeras. A los corsarios, al comenzar el siglo XVII, sucedieron los filibusteros, cuyas depravaciones alarmaron a los propios gobiernos de los que se consideraban súbditos. La corona no tardó en verse comprometida a firmar pactos con las naciones que fomentaban su quiebra: el Tratado de Müster en 1649 con Holanda, reconociéndole el permiso para navegar en los mares del sur; el Tratado de Madrid en 1670, por el que España reconocía la conquista de Jamaica por Inglaterra, cabeza de puente para el asalto al continente.

El origen del ataque a Santa Marta se origina en el descalabro sufrido por las tropas británicas el 3 de mayo de 1655, comandadas por el almirante William Penn y el general Robert Venables, al intentarse tomar por asalto a la ciudad de Santo Domingo, uno de las principales plazas españolas en el Mar Caribe. Esta derrota les costó el presidio en una torre de una fortaleza en Inglaterra y la destitución de sus cargos. Tan estruendoso fue este fracaso que Oliver Comwell escribe en una carta fechada el 13 de septiembre de ese año, dirigida al almirante Robert Blake: ¡Es una verdad demasiado triste, la expedición a las Indias Occidentales ha fallado! Esto ocurrió así:

El protector de Jamaica Oliver Cromwell, decide enviar una de flota de 38 naves contra las posesiones españolas en el Mar Caribe, secretamente porque Inglaterra estaba en paz con España. La expedición a cargo del almirante Penn y el general Venables, zarpó el 20 de diciembre de 1654 de Portsmouth (Inglaterra); como segundos al mando iban el vicealmirante Bakin y el vicealmirante William Goodson. Al año siguiente, después de parar en Barbados llegaron en Jamaica y anclaron cerca de puerto real de Kingston. De inmediato, hicieron algunos contactos con el abad y el alcalde de la ciudad, Venables movió sus fuerzas desde los pantanos de Kingston a la ciudad española, que para entonces fue abandonada. El 19 de marzo de 1655, Penn pidió la formación de un regimiento de marineros en Barbados para el servicio del litoral, que llamaría brigada naval; con Goodson como su coronel y Benjamín Blake (hermano de Robert Blake), como lugarteniente-coronel. El 13 abril, Goodson y su "regimiento de mar" desembarcaron con el resto del ejército en la isla en Hispaniola. El 14 de abril, desembarcaron en el punto Nizao a unas 60 millas de la ciudad de Santo Domingo, marcharon a través de un territorio difícil y fueron emboscados. El 17 de abril los soldados ingleses cerca de 6.500 hombres, comenzaron a morir en un índice de algunos 200al día, cerca de 1.000 hombres murieron en conflicto o de enfermedad, antes de ser duramente derrotados y huir el 25 de abril.

Los militares Penn y Venables dejaron al vicealmirante Goodson y al general John Fortesque detrás con los remanentes desanimados y sin fuerza, los esclavos españoles liberados remataron atacándolos. Cromwell animó a los colonos de otras islas a que fueran a Jamaica, pero les fue poco mejor que las tropas. Después de un malogrado intento por reducir esa isla, el 3 mayo fueron reembarcados. La expedición siguió a Jamaica el 11 de mayo, donde Goodson se embarcó de nuevo. El día 17 se firmó la capitulación y se determinó que Penn con las naves más grandes debían retornar a Inglaterra. Seguidamente el día 21 junio, Goodson se constituyó como almirante y comandante en jefe del escuadrón de la retaguardia, con orden para usar la chaqueta con la bandera izada en el mástil. El Parangón fue una de las naves seleccionada para volver a casa con Penn.

El ataque a Santa Marta en 1655
A mediados del siglo XVII, Santa Marta se encontraba aislada, envuelta en la penuria, cercada de indios sublevados que, dueños de los caminos, impedían la comunicación con Riohacha, donde se encontraban las ricas pesquerías parea obtener perlas y con Cartagena de donde venían los abastecimientos. Era un reducido villorrio de estrechas callejuelas polvorientas con unas seis a ocho manzanas, diseminadas por una veintena de casas de una sola planta. Levantadas, generalmente en ladrillo o barro con cañas envaradas y techadas en palma, propensas al fuego inmediato lugar donde residía medio centenar de vecinos indefensos y asustados. Además de las fortificaciones de la playa y la Garita del Veladero, levantada en las Abras de Santa Ana, la ciudad contaba con la Casa donde residía el gobernador, la iglesia Mayor levantada por fray Sebastián de Ocando en 1617. También la Casa Obispal, las Ermitas de Santa Ana y de Veracruz; además de las viejas iglesias y conventos de las compañías dominicas y franciscanas, todas de mampostería aunque mal construidas por no haber mano de obra calificada, ni persona competente para realizar las obras.

Después del fracasado intento por tomarse la ciudad de Santo Domingo, importante puerto español sobre el mar Caribe, donde el patriarca de esa ciudad milagrosamente impidió su toma, W. Goodson y sus hombres izaron la bandera británica a bordo del Torrington, junto con 6 urcas y 3 naves, puestas al mar el 31 julio de 1655 y llegando a Tierra Firme el 3 de diciembre, tomó a Santa Marta a sangre y fuego, ante la infructuosa defensa del alcalde, el sargento mayor Juan Gutierrez. Estos sujetos ocupan la plaza, tras una inútil defensa de las fortalezas de la playa, las cuales arrasan. Destruyen la iglesia Mayor, la iglesia y convento de San Francisco, la iglesia y convento de Santo Domingo, la Ermita de la Veracruz y todas las casas del vecindario. Acto seguido, persiguen monte adentro a las personas que despavoridas huyeron a esconderse. Destruyó sembrados y las haciendas de los alrededores, al igual que las poblaciones de Córdoba y Nueva Salamanca de la Ramada.

La primera parte la acción bélica de W. Goodson en Santa Marta fue atacar los fuertes de San Juan de las Matas y la plataforma artillada que daría lugar al fuerte de San Vicente. Luego los dos mil hombres a su mando iniciaron actos despiadados y crueles a la población que enfrentó; algunas mujeres huían cargando sus hijos hacía los montes circunvecinos a esconderse. Como represalia a santo Domingo y rencoroso de la defensa milagrosa en aquella isla, tomo su venerable bulto le cortó las orejas en venganza, las arrastró por las calles públicas y después hizo astillas lo que quedaba de la imagen. Igual sucedió con las de las santas patronas Santa Ana y titular Santa Marta, utilizada como leña para cocinar la comida durante su permanencia, sirviéndole de cocina la iglesia Mayor. Luego que recogió las riquezas de los vecinos, como las alhajas de los templos, les alquitranó las vigas para que ardiesen a su satisfacción dejando dado fuego a toda la ciudad.

El alférez José Nicolás De La Rosa, quien recogería esta información en el siglo XVIII, nos cuenta el siguiente hecho histórico durante este ataque…

Los prebendados habían salido por el camino de Gayra, desde que entró este enemigo; y acordándose el provisor D. Antonio de Buitrago que había dejado la custodia con el señor Sacramento sobre el ara del altar mayor con la grande turbación que tuvieron, ardiendo en el celo católico, determino volver a sacarla del poder de aquellos irreverentes herejes. Acompañóle para esto el teniente general Pedro Martín Hincapié. Hijo del maestro de campo general Antonio Martín Hincapié. Llegaron a la iglesia (porque aun estaba en el principio el combate), y consumiendo el provisor al señor Sacramentado, recogió en piezas la custodia en una holanda, y volviendo a tomar el camino de Gaira a caballo, a poco trecho de paso el rió Manzanares (que es el que provee de agua a la ciudad), alcanzo una bala de artillería la azón trasera de la caballería del provisor, y partiéndole por la cintura, le dejo cadáver, y la bala se sepultó en el tronco de un árbol grande, llamado algarrobo. El teniente avisó la desgracia a los prebendados, y estos, después de pasada la tormenta, le hicieron suntuosas exequias depositando el cadáver en la parroquia del pueblo de Gaira… El árbol algarrobo se mantiene hasta hoy, y yo le he visto muchas veces, porque no esta lejos. La herida está como un palmo de alto de la haz de la tierra; ha cerrado mucho, criando alrededor del orificio un género de ribete, que sobresale de la corteza, y de continuo destila una agua clara, pero mezclada de color; y es muy persuasible que llegue a cerrarse del todo por la próvida naturaleza suya.

Y termina su relato con la siguiente narración inverosímil que afirma el trágico final de unas de las naves de Goodson, dato importante para los estudiosos de arqueología submarina… Fuese finalmente el enemigo, y asegura el Padre Zamora, que en la embarcación donde metió las alhajas de los templos, se juntaron por disposición Divina los Ministros que vulneraron las imágenes, y al salir del puerto les cayó un rayo, que la hundió, e hizo que bajasen al infierno pasados por agua….

¿Quién era William Goodson?
El vicealmirante W.Goodson nació el 23 de agosto de 1607 en Yarmouth (Inglaterra) en el hogar de Thomas Goodson y Joan Callow. Se casó con Rebecca el 28 de junio de 1635 con quien tuvo un hijo llamado John, el primer médico inglés que vino a Pennsylvania y el primero que compró las tierras en la provincia de la "Sociedad Libre de Comerciantes", donde luego sería diputado gobernador. Igualmente tuvo vida marital con Mary, cuya hija fue bautizada con el nombre de Prudencia, que recibía la paga de su marido durante su ausencia en Jamaica. Vivió durante algún tiempo en Cartagena, el principal puerto español, sin embargo, sin el suficiente tiempo para adquirir un conocimiento perfecto del idioma, pudo haber sido entonces, o en otros viajes, que ganó la familiaridad que tuviera en la vida más tarde con los asentamientos españoles de las islas y continente.

Inició su carrera militar en la armada británica en Commonwealth como oficial de bandera, entre 1650 y 1651 estuvo a bordo del navío Lucas dotado de 34 cañones. Durante la guerra anglo-holandesa, siendo capitán participó en la batalla de Pórtland en 1653, comandó el navío de guerra Arco Iris artillado con 58 cañones en las batallas de Gabbard y en la de Scheveningen. Ese mismo año capitaneó las naves el Unicorn y los Caminos de Ellence. Goodson también fue asociado a Oliver Cromwell, protector de Jamaica y gestor de los ataques a los puertos españoles en América, junto al comodoro Christopher Mings y sir Henry Morgan. En 1650 contrató con el gobierno para el servicio de su nave, el Hopeful Luke de Londres, luego en octubre 1651, solicitó una licencia para transportar zapatos a Barbados. Su primera conexión directa con la armada parece haber sido el 25 de enero 1652, cuando fue aceptado como capitán participando el 18 de febrero en la gran batalla de Portland. El de 24 marzo fue trasladado al navío Arco Iris, sirviendo como almirante del escuadrón azul en las batallas del 2-3 junio y 29-31 julio, recibiendo como premio oficial una medalla y cadena de oro.
Durante el invierno de ese año, estuvo como comandante del navío Unicornio y después en el George bajo el mando del general George Monck. Durante el verano de 1654 es ascendido como vicealmirante del escuadrón azul a cargo del almirante William Penn, combinando con ese empleo, el negocio más lucrativo de contratista para el suministro de ropa a los marineros. Por la orden fechada el 7 diciembre, estuvo embarcado en el Parangón, como vicealmirante del escuadrón con destino a las Indias Occidentales, bajo el mando de Penn. Estuvo asociado con él, como su comisionado para que en caso de su muerte, pudiera estar capacitado para actuar como comandante en jefe.

Ocaso de la vida militar de W. Goodson
Los motines y la conducta irregular, determinaron traer a Blake a un consejo de Guerra, pero éste desistió la comisión. Goodson le permitió hacer parte de ello, así le escribió a Thurloe, "en mi respeto al general, su hermano y también para testificar la integridad de mi corazón siendo libre de la pasión". Los cargos contra Blake fueron enviados en sobre cerrado, con instrucciones que ellos no serían abiertos hasta que ellos se entregaran a Thurloe, y pidió que entonces ellos no podrían producirse, a menos que "pareciera maliciosamente activo, justificando el mismo enviciar nuestro procedimiento". Encontrando su fuerza insuficiente para tomarse a Cartagena, regresó a Jamaica a principios de noviembre para revisar y considerar de algún otro plan, durante el invierno ambas compañías del ejército, litoral y armada, sufrieron muchas enfermedades. En abril, sin embargo, él pudo navegar en otro crucero y haciendo la misma ronda casi exactamente como antes, saqueó y quemó a Riohacha, otra vez ancló en Cartagena durante un día, retornando a Jamaica a finales de mayo. En 1655 ataca a Santa Marta, más tarde, algunas de sus naves, incluso el Torrington no se encontraban en buen estado para permanecer fuera y se enviaron a casa. Goodson iza su bandera en el Marston Moor, en enero siguiente se trasladó al Mathias y navegó hacia Inglaterra dónde arribó con muy mala salud el 18 abril de 1657. Goodson es ascendido a almirante en 1656. Durante el verano de 1657, Goodson comandó un escuadrón en el bajo o fuera de Mardyk y en 1658, fuera de Dunkerque; cooperando con el ejército acosador. En el otoño, era vicealmirante bajo el mando de Sir George Ayscue en el Swiftsure. Intentaron pasar el sonar siendo imposible hacerlo por causa del retraso de la estación y del mal tiempo, él volvió con la flota y Ayscue se quedó en Suecia. En el año siguiente estaba nuevamente activo bajo el mando del General Edward Mountagu [primer Earl of Sandwich], parece haber continuado con Mountagu hasta la restauración de la monarquía. De ese tiempo no se oye hablar de él, aunque tres años después se menciona como sospechoso de ser cómplice de una conspiración para matar al rey en 1662. Murió en Londres en 1688.

Autoridades civiles, militares y eclesiásticas durante del asalto de Goodson
Rey de España Felipe IV
Gobernador (1653-1658): Ramón de Zagarriga (Caballero de la Orden de Calatrava, gobernador y capitán general de Santa Marta)
Alcalde Juan Gutiérrez (Sargento Mayor)
Gobernador y capitán sucesor
General de Santa Marta Marcos del Puerto
(1659-1663) Repelió corsarios holandeses, franceses e ingleses
Chantre Provisor: Antonio de Buitrago
Teniente General: Pedro Martín Hincapié
Obispo (No. 14, 1662) Francisco de la Trinidad y Arrieta
(Orden de los Predicadores)
Batería de San Vicente Un castellano (Sebastián Fernández de Gamboa) y dos artilleros

Santa Marta después de Goodson: punto intermedio de su drama.
Desde la segunda mitad del siglo XVII, comienza el desfile de ingenieros militares y corresponde a uno de ellos siendo gobernador interino, atender el grave problema de la piratería. Este gobernante era Juan Betín, quien toma en cuenta las recomendaciones del capitán Sebastián Fernández de Gamboa y adopta medidas contra la piratería arreglando las viejas fortalezas y construyendo una explanada artillada en la punta final de las Abras de Santa Ana, con el nombre de Nuestra Señora de la Caridad.

Este intento por proteger la ciudad, se constituye en unos de los actos más injustos que registra la historia de Santa Marta. La envidia producto de la incapacidad y del abuso de poder de su sucesor Salvador Barranco, hace llevarlo a la cárcel, acusándolo de no tener autorización de la Corona y de sobre costos en la misma, sin evaluar las ventajas tácticas de la obra. Prontamente la obra defensiva pierde su nombre original, abierto el juicio es nombrada como el fuerte de Betín, quien absuelto y desprestigiado se refugia en Cartagena donde muere años después. El destino quiso retribuirle un homenaje a este hombre y el tiempo se encargó en conservar en la memoria de los samarios el apellido de este ilustre ingeniero militar; hoy, aun el sitio se conoce como Punta de Betín.

Poco fue lo realizado en la ciudad en el último tercio del siglo, insignificantes reparaciones y refuerzos a sus arruinadas fortalezas, rechazando parcialmente a un enemigo que cada vez presionaba más, pero que en ocasiones no se decidía porque el aspecto de la ciudad no les incitaba, la lectura urbana desde mar dentro lo explicaba todo. Aunque hacia 1679, el monarca español Carlos II, atiende sus problemas defensivos, no obstante toco repeler los siguientes ataques o escaramuzas: 1658 Ataque de Edgard Doyley (coronel y gobernador de Jamaica) y Cristóbal Mings; 1670 Vicealmirante Edgard Collier (ingles), por orden de Henry Morgan; 1677 Francisco Coz (frances) y Pedro Duncan (ingles) (obispo Lucas Fernandez de Piedrahita); 1679 Francisco Grammont de la Motte y 1679 Enemigo de las abras de Santa Ana, que no pudieron emular el poder destructivo de W. Goodson.

Al finalizar el siglo XVII, la ciudad poco había progresado urbanamente. No había fomento del comercio porque los navíos procedentes de España pasaban de largo hacia Cartagena; el amarradero de las embarcaciones en la playa del Espino al norte de la bahía, generalmente permanecía sin movimiento. La corrupción, el contrabando y el abuso de los encomenderos a los indígenas, agravaron más su situación, contrastando con las posibilidades de desarrollo agropecuario y de explotación dada la fertilidad de su suelo e igualmente aprovechando el calado natural de su puerto, propicio para fomentar el comercio de frutas; como también para el emplazamiento de un astillero.

La propuesta de refundación de la ciudad de Santa Marta por el capitán de infantería Sebastián Fernández de Gamboa, 1660. Cinco años después del ataque de W. Goodson.
Después de la destrucción de Santa Marta por parte de W. Goodson, el capitán de infantería, Sebastián Fernández de Gamboa, es nombrado castellano de los fuertes San Juan y San Vicente en 1660; quien había sido alguacil ejecutor en Cartagena, elabora un proyecto llamado Memorial sobre la reedificación y fortificación del Puerto y Ciudad de Santa Marta, del Capitán D.n Sebastián Fernández de Gamboa. Entre otros puntos, plantea la reconstrucción y traslado de la ciudad, un nuevo sistema de fortificación abaluartada, construcción de una fortaleza en El Morro (ver plano), construcción de un astillero en Yagua, normalización de medidas y obtención de maderas para la construcción de navíos.

El sistema de fortificación propuesto estaba basado en cinco baluartes en un frente de defensa de aproximadamente 1.300 metros de playa entre la desembocadura del río Manzanares y la Caldera del Puerto hacia el norte. Destaca el foso de los baluartes alimentado con las aguas del Manzanares, propone realizar una "cortadura de mar a mar" para construir el foso con su puente, un revellín en la parte exterior del foso y en su interior le distribuye, los almacenes para pólvora, pertrechos y víveres, aljibe, alojamientos para la guarnición, garitas y la protección de la población en caso de ataque.

Era partidario de edificar en la punta donde finaliza las abras de Santa Ana, una fortificación a manera de reductos con dos baluartes, arrasando con el Veladero. Esta fortaleza impediría la entrada entre El Morro y El Morrito en el sitio donde el ingeniero Juan Betín, construyera tres años después una explanada artillada. El diseño de los baluartes, aunque por fuera de las magnitudes establecidas por los tratados del Arte militar, denota que su autor tenía conocimientos elementales del arte de fortificar. De haberse construida Santa Marta podría tener el perfil castrense de otras ciudades fortificadas del Caribe. En su plan de defensa, hace un detenido análisis de las ventajas del sistema propuesto con respecto a los efectos de las brisas en el enclave, las corrientes marinas y los accidentes geográficos. Como hecho urbano novedoso propone el traslado de la ciudad a la margen derecha del río Manzanares, terrenos que hoy ocupa el barrio Taminaca. Este proyecto fue negado en 1665 de acuerdo a su estudio por parte del Consejo de Indias a petición de la viuda de Felipe IV, la reina Mariana de Austria.

Expresado en una cartografía, la más reveladora de la realidad histórica y urbana de Santa Marta en la segunda mitad del siglo XVII, dibujado sin ninguna técnica cartográfica en el cual acusa el desolador estado de la ciudad después del ataque inglés de William Goodson en 1655, señalando los sitios arrasados de los principales edificios y los principales caminos a Gaira, Taganga y Concha. Indica los accidentes geográficos de Santa Marta de una manera aproximada, aunque el sistema montañoso de la Sierra Nevada de Santa Marta no le presta proporción, ni escala porque no era el objeto de estudio. Los números que aparecen bordeando los cerros, corresponden a la batimetría realizada al interior del puerto señaladas en brazas.

Señala los sitios de la ciudad de la siguiente manera:
A. Entrada de la Marina y Caldera
B. La Boca del Río que está dentro del Puerto
AB. Marina del Puerto
C. Sitio donde sea de formar fortificación en el Morro
D. Sitio donde sea de arrazar y hazer fortificación
E. Voca del Río Gayra
F. Sitio donde era la Yglesia Mayor
G. Donde era Santo Domingo
H. Donde era San Francisco
Y. La Cassa Obispal
L. Foso de los Baluartes
M. Baluartes Planos
N. Sitio donde sea edificar la Ciudad
O. Reducto de San Bizente que demolió el enemigo
P. Reducto de San Juan que demolió el enemigo
Q. La Cassa de los Gobernadores

En el extremo superior derecho del plano aparece el siguiente texto:
"Desde la letra -B- que está en la voca del río hasta la punta de tierra de la entrada de la dársena, a que llaman La Caldera, donde está la letra -A- hay de distancia marina, 4.500 pies, y desde el río hasta el seno de La Caldera, por la parte interior de la marina línea recta 3.700 pies, que se fortifican y cubren con los 5 baluartes planos, como se demuestra, sin dejar marina desocupada".
"La fortificación de la punta del Morro de la vigía se debe formar donde está la letra -C- en el círculo que se demuestra, cosidos ángulos o baluartes en el puesto de la vigía, que es en la eminencia del Cerro. Donde está la letra -D- se debe arrazar como lo demuestra la línea que la corta para formar plano y fortificación con su foso, puente y revellín".
Fundamentalmente considera levantar una línea de fortificación basada en cinco baluartes en un frente de defensa de aproximadamente 1.300 metros de playa entre la desembocadura del río Manzanares y la Caldera del Puerto hacia el norte. Destaca el foso de los baluartes alimentado con las aguas del Manzanares, propone realizar una "cortadura de mar a mar" para construir el foso con su puente, un revellín en la parte exterior del foso y en su interior le distribuye, los almacenes para pólvora, pertrechos y víveres, aljibe, alojamientos para la guarnición, garitas y la protección de la población en caso de ataque. Era partidario de edificar en la punta donde finaliza las Abras de Santa Ana, una fortificación a manera de reductos con dos baluartes, arrasando con el Veladero. Esta fortaleza impediría la entrada entre El Morro y El Morrito en el sitio donde el ingeniero Juan Betín, construyera tres años después una explanada artillada.

Este proyecto fue negado en 1665 de acuerdo a su estudio por parte del Consejo de Indias a petición de la viuda de Felipe IV, la reina Mariana de Austria. El diseño de los baluartes, aunque por fuera de las magnitudes establecidas por los tratados del Arte militar, denota que su autor tenía conocimientos elementales del arte de fortificar. De haberse construida Santa Marta podría tener el perfil castrense de otras ciudades fortificadas del Caribe. En su plan de defensa, hace un detenido análisis de las ventajas del sistema propuesto con respecto a los efectos de las brisas en el enclave, las corrientes marinas y los accidentes geográficos. Como hecho urbano novedoso propone el traslado de la ciudad a la margen derecha del río Manzanares, terrenos que hoy ocupa el barrio Taminaca. Además, aconsejaba custodiar la entrada del río Magdalena para imposibilitar invasiones a ciudades como Cartagena, Tenerife, Mompós y el resto de los territorios del Nuevo Reino de Granada.

La refundación y reconstrucción de Santa Marta a cargo del obispo Francisco de la Trinidad y Arrieta. La configuración urbana del incipiente y actual centro histórico es de esa época. 1662
Luego de los 15 días de horror y saqueo por parte de W. Goodson , no sólo a Santa Marta, sino a los alrededores donde dejaron desolación de casas y haciendas, muchos de los samarios desmoralizados al perderlo todo, prefirieron emigrar y salvar sus vidas ante el posible retorno del enemigo. Es aquí donde sucede la primera emigración en masa que registra la historia de la ciudad, muchas de las importantes familias de esa época se mudaron a Maracaibo, Cartagena, Mompox, Honda, y algunas a la de Tenerife, donde echaron raíces. Los que se quedaron, permanecieron en un estado de pesadumbre, el cual se fue disipando con la terca persistencia de mantener viva una ciudad, que no tenía razón de ser. Los samarios recordaron por muchos años aquellos días de terror en medio de un incierto futuro en una ciudad abandonada a su suerte, que a pesar de las circunstancias se resistía a enfrentar su dura realidad con la misma perseverante idea de subsistir; con Goodson, Santa Marta quedó borrada del mapa. El solo nombre horrorizaba a los vecinos de Santa Marta en el siglo XVIII, porque los dejó pobres para toda su vida.

En ese estado halló a la ciudad el reverendísimo Sr. D. Fr. Francisco de la Trinidad y Arrieta (XIV obispo), religioso de la orden de predicadores, como obispo el día 14 de julio del año de 1662. No obstante, la propuesta de Sebastián Fernández de Gamboa de trasladar la nueva ciudad, que indicaba debería ser reconstruida a la margen derecha del río Manzanares hacia un sitio más alejado del mar, no caló entre las autoridades y el obispo decidió reconstruirla en el mismo sitio.
Ese lugar era el indicado debido a que era la zona menos afectada por las inundaciones del río, que afectaba toda la zona sur y porque el norte era salitroso, un ambiente demasiado dañino para la salud, la sal se podría y emanaba fuertes olores. Como el ave Fénix, Santa Marta se resarcía de sus cenizas, empezando este prelado la reconstrucción de Santa Marta, animando a los pocos habitantes, inicia levantando unas casas en qué vivir; por su puesto encontró la catedral en cenizas; las imágenes las habían llevado a la parroquia del pueblo de Masinga, hasta que se levantó la de San Francisco, donde celebraban los oficios catedrales. La ciudad desde ese entonces, lentamente configuró su actual trazado desde la calle San Francisco que era la más importante hasta la Santo Domingo, éstas eran cruzadas por tres o cuatro callejones.

Cuadro estadístico de los ataques antes de W. Goodson
Durante los 300 años de dominación española, nuestra ciudad tuvo que soportar los más humillantes ataques de los enemigos de la Corona y la presión de la resistencia aborigen. Su desenvolvimiento urbano durante el siglo XVI fue lánguido y agónico. Lo cierto es que Santa Marta nació sin porvenir, su estado de ruina y postración serían sus signos más característicos en sus primeros tres siglos de historia española. A las dificultades propias acaecidas durante su origen, se suman dos factores externos que vienen a completar su oscuro panorama: la resistencia indígena y las incursiones piratéricas. Las cuales incidieron en su lento y problemático crecimiento, determinando en varias ocasiones que la ciudad resurgiera de sus cenizas. Por el naciente, los infatigables indios Bondas la mantenían sitiada con sus repentinas emboscadas, cortando las comunicaciones e impidiendo el abastecimiento de provisiones de las tierras fértiles de los Bondas; por el poniente, el hostigamiento y el arrasamiento en principio por parte de los piratas franceses, abriendo paso, luego a los sanguinarios ingleses.

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